Mi propuesta de reflexión hoy gira en torno al lema que hemos adoptado para la Pontificia Unión Misional.
¿Quién ha de ir a la misión, si el magisterio de los padres constantemente nos hablan de que el compromiso misionero es de todos y es permanente?
Hoy hay muchos que dicen: "yo no puedo ir porque ya tengo demasiado trabajo en mi parroquia", o "que vayan otros porque yo ya estoy haciendo mi parte". ¿Puede alguien sentirse excluído cuando la tarea de misionar es esencial a nuestro bautismo y es de todos?
Cuando alguien dice: yo ya tengo mi parte, se cierra a la posibilidad de continuar con la tarea esencial y primer mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura".
Cuando, en nuestro lema, decimos "o vas o envías, o ayudas a enviar" queremos que te dés cuenta de que, si bien no todos podemos salir efectivamente a las misiones por tener ya nuestras propias tareas pastorales, siempre hay algo que, en concreto, podemos hacer a favor de la misión: enviar misioneros o ayudar a los que los envían.
Tratemos de profundizar un poco en el lema. Cuando decimos "ir a misiones" nos referimos a tu presencia y don de tí mismo en tierras de misión, que participes con tu vida, ya sea temporalmente o para siempre, de esta tarea y horizonte evangelizador específico. Aquí cabría preguntarte, y tú ¿por qué no?.
"Enviar" a la misión es tarea de los obispos ciertamente, que son quienes, en nombre de la Iglesia, realizan este envío. Sin embargo para "enviar" a la misión hace falta reunir a los que van a ser enviados, requiere su formación y preparación en las cuatro áreas ya conocidas de la formación de nuestros seminarios: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Pero este envío ha de estar sustentado también por toda una comunidad de fe que,con su esfuerzo y con su poración, va siempre haciendo que el envío se cristalice y sea posible. Todo esto es parte del "o ayudas a enviar".
¿Y tú, cómo vas a participar?
"O vas, o envías o ayudas a enviar".
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