Hola, seguidores de este blog, Dios Nuestro Padre Celestial los colme del gozo de Cristo Resucitado por la fuerza de su Espíritu Santo.
Estamos a punto de salir para la "misión" de Semana Santa. Seguramente cada uno de ustedes está preparando ya charlas, manuales litúrgicos, celebraciones, enseres y demás utencilios que necesitará, a la vez que víveres y demás cosas que llevará consigo.
Es el momento de preguntar entonces por el "espíritu de la misión". ¿Con qué espíritu vas al encuentro de aquellos a los que has sido enviado?
La preparación más importante para la misión es precisamente la preparación espiritual. Si hablamos de que somos "discípulos misioneros" como nos lo plantean los obispos, entonces solo en ese marco podremos realizar plenamente nuestra labor pastral de Semana Santa: como el fruto de nuestro encuentro con Dios Trino y uno, de nuestra participación de su amor y testimonio alegre de su amor y entrega hacia nosotros.
Ciertamente, como Cristo, somos enviador por el Padre: "Como el Padre me ha enviado, así los envío yo". Esto significa que del mismo modo que el Padre ha enviado a su Hijo por nosotros, así nosotros somos enviados en él del mismo modo y por el mismo Padre Celestial.
Y si la misión es la de Cristo, entonces en él, con él y por él participamos de esta misma: "el que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga". No de balde dice San Pablo "completo en mi carne lo que falta a la pasíón de Cristo". Nosotros, al ser enviados, estamos llamados a ser crucificados con Cristo para resucitar también con él (cfr. toda la enseñanza de la carta a los Romanos).
¿Y qué decir del Espíritu Santo? Sin él "nada podemos y el pecado nos domina", como reza la secuencia de Pentecostés. Solo él puede hacer posible la misión, porque es "movidos por el Espíritu" que hacemos la obra de Salvación a la que Dios nos ha enviado, como Felipe, el Diácono, que "movido por el Espíritu" se fúe por el camino al encuentro del eunuco Etíope para anunciarle al Señor y ser arrebatado por el mismo Espíritu para seguir predicando en otro lado.
Si no fuera por el Espíritu Santo nuestra misión no sería sino un entusiamos meramente humano llamado a agotarse y muchas veces a fracazar. Recordemos, como lo dice el Señor, que los testigos son "El Espíritu y nosotros", el Espíritu en nosotros, o nosotros por el Espíritu y con el Espíritu.
Así es que, mientras vas preparando todo lo necesario para tu "misión de Semana Santa", no olvides que somos:
Enviados por elPadre, testigos de Cristo en el Espíritu Santo.
Felices Pascuas de Resurrección.
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