Última semana de tiempo ordinario antes de la Cuaresma. Ordinariamente se hace "semana de carnaval". Sin embargo, como discípulos misioneros no olvidemos que aún en la diversión y festejo meramente humano, hemos de dar testimonio de Jesús. Puedes ser el más alegre de todos, el más fiestero y bailador, que no significa el más depravado y vulgar, el más borracho y parrandero. Seamos auténticos discípulos misioneros de Jesús en la alegría de una vida santa, o sea, de una vida plena.
lunes, 28 de febrero de 2011
miércoles, 12 de enero de 2011
La Misión Ad Gentes estará siempre más allá de las fronteras de la Diócesis
Actualmente estamos acostumbrados a decir que "La misión " está en cualquier lado, en todos lados, y por lo mismo, le restamos importancia al compromiso de anunciar el Evangelio a quien no conoce a Jesús.
Hoy está de moda decir que "vamos a misiones", lo que equivale a ir a una zona marginada o a una parroquia rural.
A lo mucho, la "misión continental" ha hecho un esfuerzo de traer de vuelta a los católicos fríos en su fe.
Sin embargo, si dos terceras partes de la población mundial aún no son católicos, ni siquiera cristianos, o sea, si por cada uno que es cristiano, dos no son cristianos, y de cada seis personas que hay en el mundo, una es católica, entonces queda mucho por hacer en cuanto a la misión ad gentes.
Ahora bien, piensa un poco... Los cristianos o en particular, los católicos, ¿no vivimos principalmente en países ya evangelizados, que han tenido un camino largo de conocimiento de Jesús y de Evangelización, y por lo mismo, son países con iglesias particulares (Diócesis) ya establecidas y crecientes en su madurez. Indudablemente, como lo digo en el título de este artículo, "la misión ad gentes estará siempre más allá de las fronteras de la Diócesis".
Diócesis es iglesia particular ya consolidada, con presbiterio, infraestructura y comunidad eclesial madura o medianamente madura que vive su fe y profundiza en ella. Indudablemente, en las diócesis, habrá siempre gente fría en su fe y que tenga que ser reevangelizada, pero a groso modo podemos decir que el Evangelio se conoce en una Diócesis, a lo largo de todo su territorio y en el corazón de sus fieles.
En cambio, misión ad gentes es abrir camino de fe, llegar ante quien no conoce a Jesús para dárselo a conocer, para anunciarle el Evangelio de Salvación y que, reconociendo el amor de Dios, le abra su corazón, se convierta y se salve. Misión es hacer llegar la luz de Cristo a quien aún no la ha recibido. Por lo tanto, por simple geografía, los que no conocen a Jesús viven en Diócesis en formación, que canónicamente se llaman "Prelaturas" y comúnmente les llamamos "territorios de misión". Insisto: "la misión ad gentes estará siempre más allá de las fronteras de la Diócesis".
Simplemente por aritmética: si en cualquier diócesis de México hay 100 bautizados por cada 3 no bautizados, en Japón, por ejemplo, hay 1 bautizado por cada 100 no bautizados. Entonces...¿Será que la misión está en cualquier lado y que no hace falta ir más allá? Yo creo que más bien nos hace falta crear nuevamente conciencia de esta necesidad y ponerla por obra. Volver, como San Pablo, a tomar los caminos del Espíritu Santo y comprometernos todos en el anuncio del Evangelio a quien no conoce a Jesús, porque, en la misión, o vas, o envías o ayudas a enviar misioneros.
Lo dicho, "la misión ad gentes estará siempre más allá de las fronteras de la Diócesis". ¿Te vas a quedar de brazos cruzado o vas a hacer lo que esté a tu alcance?
Urge que todos los católicos, desde los Obispos hasta los recién bautizados, con un corazón entregado a Jesús y disponible para el anuncio misionero, nos comprometamos con renovado entusiasmo en el primer anuncio del Evangelio a quien no lo conoce.
Seguiré diciendo hasta llegar a tu corazón, "la misión ad gentes estará siempre más allá de las fronteras de la Diócesis", de tu diócesis.
lunes, 6 de septiembre de 2010
agradecieminto a todos los participantes en la reunión de secretarios
A las Diócesis de San Juan de los Lagos, Puebla, Irapuato y Tampico, por su entusiasta participación en el "Curso de Secretarios Diocesanos de las OMPE" a todos ustedes y a sus directores Diocesanos, muchas gracias por su asistencia, esperamos hayn disfrutado su estancia en esta casa de las OMPE, y sobre todo les sea de utilidad todo lo recibido, a fin de que el trabajo misionero en sus Diócesis sea más fructífero.
No olviden que el trabajo de animación misionera de las OMPE en cada diócesis es fundamental para reavivar el espíritu misionero de los fieles que viven en sus Diócesis. De hecho, tanto cuanto las OMPE estén vivas y trabajando en las iglesias particulares, se percibirá un verdadero espíritu fraterno de comunión eclesial y un mayor compromiso con la misión Ad Gentes.
Es por eso que, como lo hemos mencionado, les agradecemos su participación en las actividades de las OMPE y su sentido de comunión con la Dirección Nacional.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Agradecimiento del CLAEM
Hola, amigos misioneros, les comparto esta carta de agradecimiento que nos enviaron las hermanas de la Tarahumara por su participación en el CLAEM (Curso Latinoamericano de Animación y Espiritualidad Misioenra). Creo que es un bonito testimonio de comunión y del amor y compromiso que brotan de la fe.
Con esta carta quiero también retomar el blog, y avisarles que comenzaré a subir información al blog semanalmente. Espero sus comentarios.
Atte.
P. Juan Francisco A. Espino Godínez
Con esta carta quiero también retomar el blog, y avisarles que comenzaré a subir información al blog semanalmente. Espero sus comentarios.
Atte.
P. Juan Francisco A. Espino Godínez
miércoles, 26 de mayo de 2010
Toda la Iglesia es Misionera
Hola, hace rato que no escribo, y es una omisión grave que espero subsanar. Por lo pronto les comparto un artículo que me envió el P. Ramón Pegueros, de la Arquidiócesis de Morelia. Es un hermano mayor en el sacerdocio, de 78 años que no deja de animar a la misión en donde quiera que se encuentre, pues, como él mismo lo dice, "toda la Iglesia es misionera".
Su testimonio, que transcribo a continuación, constituye un ejemplo de lo que un sacerdote diocesano puede hacer desde su servicio pastoral, por la misión ad gentes. Aprendamos de nuestros hermanos mayores, y que el Señor recompense ampliamente al P. Ramón por su entusiasmo en favor de la misión. Espero Comentarios.
He aquí el artículo:
Su testimonio, que transcribo a continuación, constituye un ejemplo de lo que un sacerdote diocesano puede hacer desde su servicio pastoral, por la misión ad gentes. Aprendamos de nuestros hermanos mayores, y que el Señor recompense ampliamente al P. Ramón por su entusiasmo en favor de la misión. Espero Comentarios.
He aquí el artículo:
TODA LA IGLESIA ES MISIONERA
P. Pegueros: “¿En qué sentido se afirma hoy que toda la Iglesia es Misionera?... ¿También nosotros, simples fieles cristianos, hemos de convertirnos en Misioneros?... ¿El trabajo de Misioneros no requiere una vocación y un carisma especial?... Saludos...”
Carlos García Merino (Salvatierra, Gto.)
El día 6 de septiembre de 1964, al comenzar la Congregación General del Concilio, la número 116, todos los asistentes se llevaron una grata sorpresa: entró en el Aula Conciliar el Papa Pablo VI y se acomodó para ser ese día el Presidente de la sesión.
El Papa Montini quiso honrar con su presencia y con las palabras que pronunció, los trabajos de todos los Misioneros dispersos por el mundo, destacando el carácter esencialmente misionero de que esta investida toda la Iglesia. Ese día se iniciaban en el Aula Conciliar los debates sobre la “actividad misionera de la Iglesia”.
Fruto de estos trabajos es el “Decreto sobre la actividad Misionera de la Iglesia” que fue promulgado el día 7 de diciembre de 1965, la víspera de la clausura del Vaticano II, y que ha de ser el documento más importante para que todos los cristianos hemos de ver como la Carta principal de navegación para los que estamos en la Barca de Pedro.
El mandato divino es muy claro: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Con estas palabras, Jesús encomienda a su Iglesia la misión que Él mismo había recibido del Padre y, en cumplimiento de la cual había dado su vida: la salvación de todos los hombres.
En la situación que vive el mundo el mandato de Cristo se hace más urgente que nunca ya que, de su cumplimiento por todos los miembros de la Iglesia, depende la salvación de todos los hombres del mundo. Y la misión que Jesús nos ha confiado no tiene fronteras, ni geográficas, ni sociológicas, ni culturales. Nunca podemos olvidar que “el Salvador del mundo” ha instituido a su Iglesia para “evangelizar a todas las naciones”.
Ese día, Pablo VI les decía a los Padres Conciliares. “Me agrada muy particularmente lo que con insistencia ustedes han expresado, cómo toda la Iglesia ha de ser misionera y cómo todos los fieles, de algún modo, han de convertirse en misioneros”.
El Papa y el Concilio volvieron a llamarnos a todos los fieles cristianos a ser Misioneros porque hemos sido distinguidos con el inefable don de la fe, hemos sido iluminados con la luz del Evangelio, hemos sido constituidos todos, por el Bautismo, en sacerdocio real y en pueblo santo. Tantos regalos recibidos de Dios, sin ningún mérito nuestro, no podemos enterrarlos o disfrutarlos solo nosotros. Tenemos que ir y pregonar el Evangelio o ayudar con nuestras oraciones, nuestros trabajos, nuestras obras buenas y nuestras limosnas voluntarias a tantos Misioneros y Misioneras que se encuentran difundiendo el Evangelio.
No hay nada más provechoso para la humanidad ni más eficaz para la gloria de Dios que el esfuerzo animoso por difundir la fe en Dios que nos salva. La principal actividad en este apostolado es la oración, como Santa Teresita, patrona de las Misiones, sin haber salido de su convento en su vida que fue muy corta.
Todos estamos llamados: Sacerdotes, Religiosas, enfermos, niños, adultos. Acudamos a las Obras Misionales Pontificias que deben funcionar en todas las Parroquias por deseo del Papa que cada mes envía a toda la Iglesia una Intención Misional.
viernes, 19 de marzo de 2010
Enviados por el Padre, testigos de Cristo en el Espíritu Santo
Hola, seguidores de este blog, Dios Nuestro Padre Celestial los colme del gozo de Cristo Resucitado por la fuerza de su Espíritu Santo.
Estamos a punto de salir para la "misión" de Semana Santa. Seguramente cada uno de ustedes está preparando ya charlas, manuales litúrgicos, celebraciones, enseres y demás utencilios que necesitará, a la vez que víveres y demás cosas que llevará consigo.
Es el momento de preguntar entonces por el "espíritu de la misión". ¿Con qué espíritu vas al encuentro de aquellos a los que has sido enviado?
La preparación más importante para la misión es precisamente la preparación espiritual. Si hablamos de que somos "discípulos misioneros" como nos lo plantean los obispos, entonces solo en ese marco podremos realizar plenamente nuestra labor pastral de Semana Santa: como el fruto de nuestro encuentro con Dios Trino y uno, de nuestra participación de su amor y testimonio alegre de su amor y entrega hacia nosotros.
Ciertamente, como Cristo, somos enviador por el Padre: "Como el Padre me ha enviado, así los envío yo". Esto significa que del mismo modo que el Padre ha enviado a su Hijo por nosotros, así nosotros somos enviados en él del mismo modo y por el mismo Padre Celestial.
Y si la misión es la de Cristo, entonces en él, con él y por él participamos de esta misma: "el que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga". No de balde dice San Pablo "completo en mi carne lo que falta a la pasíón de Cristo". Nosotros, al ser enviados, estamos llamados a ser crucificados con Cristo para resucitar también con él (cfr. toda la enseñanza de la carta a los Romanos).
¿Y qué decir del Espíritu Santo? Sin él "nada podemos y el pecado nos domina", como reza la secuencia de Pentecostés. Solo él puede hacer posible la misión, porque es "movidos por el Espíritu" que hacemos la obra de Salvación a la que Dios nos ha enviado, como Felipe, el Diácono, que "movido por el Espíritu" se fúe por el camino al encuentro del eunuco Etíope para anunciarle al Señor y ser arrebatado por el mismo Espíritu para seguir predicando en otro lado.
Si no fuera por el Espíritu Santo nuestra misión no sería sino un entusiamos meramente humano llamado a agotarse y muchas veces a fracazar. Recordemos, como lo dice el Señor, que los testigos son "El Espíritu y nosotros", el Espíritu en nosotros, o nosotros por el Espíritu y con el Espíritu.
Así es que, mientras vas preparando todo lo necesario para tu "misión de Semana Santa", no olvides que somos:
Enviados por elPadre, testigos de Cristo en el Espíritu Santo.
Felices Pascuas de Resurrección.
martes, 9 de marzo de 2010
O vas, o envías o ayudas a enviar.
Mi propuesta de reflexión hoy gira en torno al lema que hemos adoptado para la Pontificia Unión Misional.
¿Quién ha de ir a la misión, si el magisterio de los padres constantemente nos hablan de que el compromiso misionero es de todos y es permanente?
Hoy hay muchos que dicen: "yo no puedo ir porque ya tengo demasiado trabajo en mi parroquia", o "que vayan otros porque yo ya estoy haciendo mi parte". ¿Puede alguien sentirse excluído cuando la tarea de misionar es esencial a nuestro bautismo y es de todos?
Cuando alguien dice: yo ya tengo mi parte, se cierra a la posibilidad de continuar con la tarea esencial y primer mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura".
Cuando, en nuestro lema, decimos "o vas o envías, o ayudas a enviar" queremos que te dés cuenta de que, si bien no todos podemos salir efectivamente a las misiones por tener ya nuestras propias tareas pastorales, siempre hay algo que, en concreto, podemos hacer a favor de la misión: enviar misioneros o ayudar a los que los envían.
Tratemos de profundizar un poco en el lema. Cuando decimos "ir a misiones" nos referimos a tu presencia y don de tí mismo en tierras de misión, que participes con tu vida, ya sea temporalmente o para siempre, de esta tarea y horizonte evangelizador específico. Aquí cabría preguntarte, y tú ¿por qué no?.
"Enviar" a la misión es tarea de los obispos ciertamente, que son quienes, en nombre de la Iglesia, realizan este envío. Sin embargo para "enviar" a la misión hace falta reunir a los que van a ser enviados, requiere su formación y preparación en las cuatro áreas ya conocidas de la formación de nuestros seminarios: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Pero este envío ha de estar sustentado también por toda una comunidad de fe que,con su esfuerzo y con su poración, va siempre haciendo que el envío se cristalice y sea posible. Todo esto es parte del "o ayudas a enviar".
¿Y tú, cómo vas a participar?
"O vas, o envías o ayudas a enviar".
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