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Pontificia Unión Misional de México

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miércoles, 26 de mayo de 2010

Toda la Iglesia es Misionera

Hola, hace rato que no escribo, y es una omisión grave que espero subsanar. Por lo pronto les comparto un artículo que me envió el P. Ramón Pegueros, de la Arquidiócesis de Morelia. Es un hermano mayor en el sacerdocio, de 78 años que no deja de animar a la misión en donde quiera que se encuentre, pues, como él mismo lo dice, "toda la Iglesia es misionera".
Su testimonio, que transcribo a continuación, constituye un ejemplo de lo que un sacerdote diocesano puede hacer desde su servicio pastoral, por la misión ad gentes. Aprendamos de nuestros hermanos mayores, y que el Señor recompense ampliamente al P. Ramón por su entusiasmo en favor de la misión. Espero Comentarios.
He aquí el artículo:

TODA LA IGLESIA ES MISIONERA

P. Pegueros: “¿En qué sentido se afirma hoy que toda la Iglesia es Misionera?... ¿También nosotros, simples fieles cristianos, hemos de convertirnos en Misioneros?... ¿El trabajo de Misioneros no requiere una vocación y un carisma especial?... Saludos...”

Carlos García Merino (Salvatierra, Gto.)

El día 6 de septiembre de 1964, al comenzar la Congregación General del Concilio, la número 116, todos los asistentes se llevaron una grata sorpresa: entró en el Aula Conciliar el Papa Pablo VI y se acomodó para ser ese día el Presidente de la sesión.

El Papa Montini quiso honrar con su presencia y con las palabras que pronunció, los trabajos de todos los Misioneros dispersos por el mundo, destacando el carácter esencialmente misionero de que esta investida toda la Iglesia. Ese día se iniciaban en el Aula Conciliar los debates sobre la “actividad misionera de la Iglesia”.

Fruto de estos trabajos es el “Decreto sobre la actividad Misionera de la Iglesia” que fue promulgado el día 7 de diciembre de 1965, la víspera de la clausura del Vaticano II, y que ha de ser el documento más importante para que todos los cristianos hemos de ver como la  Carta principal de navegación para los que estamos en la Barca de Pedro.

El mandato divino es muy claro: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Con estas palabras, Jesús encomienda a su Iglesia la misión que Él mismo había recibido del Padre y, en cumplimiento de la cual había dado su vida: la salvación de todos los hombres.

En la situación que vive el mundo el mandato de Cristo se hace más urgente que nunca ya que, de su cumplimiento por todos los miembros de la Iglesia, depende la salvación de todos los hombres del mundo. Y la misión que Jesús nos ha confiado no tiene fronteras, ni geográficas, ni sociológicas, ni culturales. Nunca podemos olvidar que “el Salvador del mundo” ha instituido a su Iglesia para “evangelizar a todas las naciones”.

Ese día, Pablo VI les decía a los Padres Conciliares. “Me agrada muy particularmente lo que con insistencia ustedes han expresado, cómo toda la Iglesia ha de ser misionera y cómo todos los fieles, de algún modo, han de convertirse en misioneros”.

El Papa y el Concilio volvieron a llamarnos a todos los fieles cristianos a ser Misioneros porque hemos sido distinguidos con el inefable don de la fe, hemos sido iluminados con la luz del Evangelio, hemos sido constituidos todos, por el Bautismo, en sacerdocio real y en pueblo santo. Tantos regalos recibidos de Dios, sin ningún mérito nuestro, no podemos enterrarlos o disfrutarlos solo nosotros. Tenemos que ir y pregonar el Evangelio o ayudar con nuestras oraciones, nuestros trabajos, nuestras obras buenas y nuestras limosnas voluntarias a tantos Misioneros y Misioneras que se encuentran difundiendo el Evangelio.

No hay nada más provechoso para la humanidad ni más eficaz para la gloria de Dios que el esfuerzo animoso por difundir la fe en Dios que nos salva. La principal actividad en este apostolado es la oración, como Santa Teresita, patrona de las Misiones, sin haber salido de su convento en su vida que fue muy corta.

Todos estamos llamados: Sacerdotes, Religiosas, enfermos, niños, adultos. Acudamos a las Obras Misionales Pontificias que deben funcionar en todas las Parroquias por deseo del Papa que cada mes envía a toda la Iglesia una Intención Misional.