Obras Misionales Pontificio Episcopales de México

Pontificia Unión Misional de México

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lunes, 6 de septiembre de 2010

agradecieminto a todos los participantes en la reunión de secretarios

A las Diócesis de San Juan de los Lagos, Puebla, Irapuato  y Tampico, por su entusiasta participación en el "Curso de Secretarios Diocesanos de las OMPE" a todos ustedes y a sus directores Diocesanos, muchas gracias por su asistencia, esperamos hayn disfrutado su estancia en esta casa de las OMPE, y sobre todo les sea de utilidad todo lo recibido, a fin de que el trabajo misionero en sus Diócesis sea más fructífero.
No olviden que el trabajo de animación misionera de las OMPE en cada diócesis es fundamental para reavivar el espíritu misionero de los fieles que viven en sus Diócesis. De hecho, tanto cuanto las OMPE estén vivas y trabajando en las iglesias particulares, se percibirá un verdadero espíritu fraterno de comunión eclesial y un mayor compromiso con la misión Ad Gentes.
Es por eso que, como lo hemos mencionado, les agradecemos su participación en las actividades de las OMPE y su sentido de comunión con la Dirección Nacional.
Continuemos promoviendo la Misión Ad Gentes para que nuestros fieles, sacerdotes y consagrados o vayan a la misión, o envíen, o ayuden a enviar misioneros.
"Toda la Iglesia para todo el Mundo" PUM.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Agradecimiento del CLAEM

Hola, amigos misioneros, les comparto esta carta de agradecimiento que nos enviaron las hermanas de la Tarahumara por su participación en el CLAEM (Curso Latinoamericano de Animación y Espiritualidad Misioenra). Creo que es un bonito testimonio de comunión y del amor y compromiso que brotan de la fe.
Con esta carta quiero también retomar el blog, y avisarles que comenzaré a subir información al blog semanalmente. Espero sus comentarios.
Atte.
P. Juan Francisco A. Espino Godínez

miércoles, 26 de mayo de 2010

Toda la Iglesia es Misionera

Hola, hace rato que no escribo, y es una omisión grave que espero subsanar. Por lo pronto les comparto un artículo que me envió el P. Ramón Pegueros, de la Arquidiócesis de Morelia. Es un hermano mayor en el sacerdocio, de 78 años que no deja de animar a la misión en donde quiera que se encuentre, pues, como él mismo lo dice, "toda la Iglesia es misionera".
Su testimonio, que transcribo a continuación, constituye un ejemplo de lo que un sacerdote diocesano puede hacer desde su servicio pastoral, por la misión ad gentes. Aprendamos de nuestros hermanos mayores, y que el Señor recompense ampliamente al P. Ramón por su entusiasmo en favor de la misión. Espero Comentarios.
He aquí el artículo:

TODA LA IGLESIA ES MISIONERA

P. Pegueros: “¿En qué sentido se afirma hoy que toda la Iglesia es Misionera?... ¿También nosotros, simples fieles cristianos, hemos de convertirnos en Misioneros?... ¿El trabajo de Misioneros no requiere una vocación y un carisma especial?... Saludos...”

Carlos García Merino (Salvatierra, Gto.)

El día 6 de septiembre de 1964, al comenzar la Congregación General del Concilio, la número 116, todos los asistentes se llevaron una grata sorpresa: entró en el Aula Conciliar el Papa Pablo VI y se acomodó para ser ese día el Presidente de la sesión.

El Papa Montini quiso honrar con su presencia y con las palabras que pronunció, los trabajos de todos los Misioneros dispersos por el mundo, destacando el carácter esencialmente misionero de que esta investida toda la Iglesia. Ese día se iniciaban en el Aula Conciliar los debates sobre la “actividad misionera de la Iglesia”.

Fruto de estos trabajos es el “Decreto sobre la actividad Misionera de la Iglesia” que fue promulgado el día 7 de diciembre de 1965, la víspera de la clausura del Vaticano II, y que ha de ser el documento más importante para que todos los cristianos hemos de ver como la  Carta principal de navegación para los que estamos en la Barca de Pedro.

El mandato divino es muy claro: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Con estas palabras, Jesús encomienda a su Iglesia la misión que Él mismo había recibido del Padre y, en cumplimiento de la cual había dado su vida: la salvación de todos los hombres.

En la situación que vive el mundo el mandato de Cristo se hace más urgente que nunca ya que, de su cumplimiento por todos los miembros de la Iglesia, depende la salvación de todos los hombres del mundo. Y la misión que Jesús nos ha confiado no tiene fronteras, ni geográficas, ni sociológicas, ni culturales. Nunca podemos olvidar que “el Salvador del mundo” ha instituido a su Iglesia para “evangelizar a todas las naciones”.

Ese día, Pablo VI les decía a los Padres Conciliares. “Me agrada muy particularmente lo que con insistencia ustedes han expresado, cómo toda la Iglesia ha de ser misionera y cómo todos los fieles, de algún modo, han de convertirse en misioneros”.

El Papa y el Concilio volvieron a llamarnos a todos los fieles cristianos a ser Misioneros porque hemos sido distinguidos con el inefable don de la fe, hemos sido iluminados con la luz del Evangelio, hemos sido constituidos todos, por el Bautismo, en sacerdocio real y en pueblo santo. Tantos regalos recibidos de Dios, sin ningún mérito nuestro, no podemos enterrarlos o disfrutarlos solo nosotros. Tenemos que ir y pregonar el Evangelio o ayudar con nuestras oraciones, nuestros trabajos, nuestras obras buenas y nuestras limosnas voluntarias a tantos Misioneros y Misioneras que se encuentran difundiendo el Evangelio.

No hay nada más provechoso para la humanidad ni más eficaz para la gloria de Dios que el esfuerzo animoso por difundir la fe en Dios que nos salva. La principal actividad en este apostolado es la oración, como Santa Teresita, patrona de las Misiones, sin haber salido de su convento en su vida que fue muy corta.

Todos estamos llamados: Sacerdotes, Religiosas, enfermos, niños, adultos. Acudamos a las Obras Misionales Pontificias que deben funcionar en todas las Parroquias por deseo del Papa que cada mes envía a toda la Iglesia una Intención Misional.

viernes, 19 de marzo de 2010

Enviados por el Padre, testigos de Cristo en el Espíritu Santo

Hola, seguidores de este blog, Dios Nuestro Padre Celestial los colme del gozo de Cristo Resucitado por la fuerza de su Espíritu Santo.
Estamos a punto de salir para la "misión" de Semana Santa. Seguramente cada uno de ustedes está preparando ya charlas, manuales litúrgicos, celebraciones, enseres y demás utencilios que necesitará, a la vez que víveres y demás cosas que llevará consigo.
Es el momento de preguntar entonces por el "espíritu de la misión". ¿Con qué espíritu vas al encuentro de aquellos a los que has sido enviado?
La preparación más importante para la misión es precisamente la preparación espiritual. Si hablamos de que somos "discípulos misioneros" como nos lo plantean los obispos, entonces solo en ese marco podremos realizar plenamente nuestra labor pastral de Semana Santa: como el fruto de nuestro encuentro con Dios Trino y uno, de nuestra participación de su amor y testimonio alegre de su amor y entrega hacia nosotros.
Ciertamente, como Cristo, somos enviador por el Padre: "Como el Padre me ha enviado, así los envío yo". Esto significa que del mismo modo que el Padre ha enviado a su Hijo por nosotros, así nosotros somos enviados en él del mismo modo y por el mismo Padre Celestial.
Y si la misión es la de Cristo, entonces en él, con él y por él participamos de esta misma: "el que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga". No de balde dice San Pablo "completo en mi carne lo que falta a la pasíón de Cristo". Nosotros, al ser enviados, estamos llamados a ser crucificados con Cristo para resucitar también con él (cfr. toda la enseñanza de la carta a los Romanos).
¿Y qué decir del Espíritu Santo? Sin él "nada podemos y el pecado nos domina", como reza la secuencia de Pentecostés. Solo él puede hacer posible la misión, porque es "movidos por el Espíritu" que hacemos la obra de Salvación a la que Dios nos ha enviado, como Felipe, el Diácono, que "movido por el Espíritu" se fúe por el camino al encuentro del eunuco Etíope para anunciarle al Señor y ser arrebatado por el mismo Espíritu para seguir predicando en otro lado.
Si no fuera por el Espíritu Santo nuestra misión no sería sino un entusiamos meramente humano llamado a agotarse y muchas veces a fracazar. Recordemos, como lo dice el Señor, que los testigos son "El Espíritu y nosotros", el Espíritu en nosotros, o nosotros por el Espíritu y con el Espíritu.
Así es que, mientras vas preparando todo lo necesario para tu "misión de Semana Santa", no olvides que somos:
Enviados por elPadre, testigos de Cristo en el Espíritu Santo.
Felices Pascuas de Resurrección.

martes, 9 de marzo de 2010

O vas, o envías o ayudas a enviar.

Mi propuesta de reflexión hoy gira en torno al lema que hemos adoptado para la Pontificia Unión Misional.
¿Quién ha de ir a la misión, si el magisterio de los padres constantemente nos hablan de que el compromiso misionero es de todos y es permanente?
Hoy hay muchos que dicen: "yo no puedo ir porque ya tengo demasiado trabajo en mi parroquia", o "que vayan otros porque yo ya estoy haciendo mi parte". ¿Puede alguien sentirse excluído cuando la tarea de misionar es esencial a nuestro bautismo y es de todos?
Cuando alguien dice: yo ya tengo mi parte, se cierra a la posibilidad de continuar con la tarea esencial y primer mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura".
Cuando, en nuestro lema, decimos "o vas o envías, o ayudas a enviar"  queremos que te dés cuenta de que, si bien no todos podemos salir efectivamente a las misiones por tener ya nuestras propias tareas pastorales, siempre hay algo que, en concreto, podemos hacer a favor de la misión: enviar misioneros o ayudar a los que los envían.
Tratemos de profundizar un poco en el lema. Cuando decimos "ir a misiones" nos referimos a tu presencia y don de tí mismo en tierras de misión, que participes con tu vida, ya sea temporalmente o para siempre, de esta tarea y horizonte evangelizador específico. Aquí cabría preguntarte, y tú ¿por qué no?.
"Enviar" a la misión es tarea de los obispos ciertamente, que son quienes, en nombre de la Iglesia, realizan este envío. Sin embargo para "enviar" a la misión hace falta reunir a los que van a ser enviados, requiere su formación y preparación en las cuatro áreas ya conocidas de la formación de nuestros seminarios: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Pero este envío ha de estar sustentado también por toda una comunidad de fe que,con su esfuerzo y con su poración, va siempre haciendo que el envío se cristalice y sea posible. Todo esto es parte del "o ayudas a enviar".
¿Y tú, cómo vas a participar? 
"O vas, o envías o ayudas a enviar".

miércoles, 10 de febrero de 2010

Los Niños Aportan a la Misión: Decálogo del Discípulo Misionero

Al concluir el XIV CONIAM, los niños y adolescentes de México, conscientes de nuestro compromiso bautismal, y convencidos de nuestro amor a Jesús y a la Iglesia, manifestamos que:


1. El niño y adolescente discípulo misionero es quien ama a Dios, y lo demuestra con alegría ayudando y amando a las demás personas.

2. El niño y adolescente discípulo misionero es entregado a la Iglesia, fiel al Evangelio y generoso en su misión.

3. El niño y adolescente discípulo misionero está atento a la Palabra de Dios, aprende de ella y la anuncia a los demás con sacrificio y humildad.

4. El niño y adolescente discípulo misionero sirve a Dios con amor y humildad llevando, fortalecido por la oración, el Evangelio a todo el mundo.

5. El niño y adolescente discípulo misionero es entregado en la oración y dispuesto al sacrificio predicando con fidelidad y humildemente el Evangelio.

6. La familia discípula misionera permanece unida en la oración ayudando a los demás, compartiendo su amor y su alegría.

7. La familia discípula misionera se une con Jesús y con María para dar y recibir amor, compartiendo la Palabra de Dios con los que no lo conocen o ya se les ha olvidado.

8. La familia discípula misionera da ejemplo de su unión yendo a misa todos los domingos y enseñando a los demás a vivir y celebrar los sacramentos.

9. La familia discípula misionera siempre predica con humildad poniendo el nombre de Dios en alto.

10. La familia discípula misionera es unida y generosa en el cumplimiento de su misión.

“Tu vida, Padre Maldonado, a la Misión nos ha invitado”.